Los gauchos de Güemes

Lazo trenzado


Este lazo de cuatro tientos de cuero trenzado fue donado por los descendientes del líder salteño al Museo Histórico Nacional, señalando que era "similar al usado por los gauchos de Güemes". Se usaba para enlazar las patas o los cuernos de los animales y hacerlos caer.

"Gaucho" era una palabra usada en el Litoral en el período colonial. En la década de 1810 se extendió en el Norte, para nombrar a los paisanos en armas, trabajadores rurales. Güemes fue muy popular entre ellos.

José María Paz, oficial del Ejército Auxiliar del Perú, escribió en sus memorias que Güemes "era adorado de los gauchos, que no veían en su ídolo sino al representante de la ínfima clase, al protector y padre de los pobres, como lo llamaban, y también, porque es preciso decirlo, el patriota sincero y decidido por la independencia; porque Güemes lo era en alto grado".

Güemes tenía una relación muy fluida con sus seguidores. Según Paz, poseía "la elocuencia de los fogones". Pero además atendió varios de los reclamos de los paisanos contra la desigualdad social y racial de la época. Decidió que los gauchos no pagarían arriendo mientras estuvieran cumpliendo el servicio de las armas. Así, muchos estancieros dejaron de percibir los alquileres.

Muchos gauchos sostenían que si ellos arriesgaban sus vidas, el esfuerzo del sostén material de la guerra debía ser de la elite. Por ejemplo, el comandante de Cachi, se quejaba de que él luchaba, "al paso que el propietario regularmente vive en el descanso y comodidad de su casa". Algunos paisanos ascendieron socialmente, como Vicente Panana, que era pardo y tal vez fue esclavo, quien se convirtió en un oficial de las fuerzas de Güemes.

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En septiembre de 1814, un comandante realista, Andrés García Camba, elogió la destreza de los hombres de Güemes: 

"Los gauchos eran hombres del campo bien montados y armados todos de machete o sable, fusil o rifle, de los que se servían alternativamente sobre sus caballos con sorprendente habilidad, acercándose a las tropas con tal confianza, soltura y sangre fría que admiraban a los militares europeos que por primera vez observaban aquellos hombres extraordinarios a caballo, y cuyas excelentes disposiciones para la guerra de guerrillas y de sorpresa tuvieron repetidas ocasiones de comprobar".

Fuentes

  • José María Paz. 1855. Memorias Póstumas. Imprenta de la Revista: Buenos Aires, págs. 173-174.
  • Archivo y Biblioteca Históricos de Salta. Arrendamientos de gauchos. Presbítero D. Juan Manuel Texada. Salta, abril 12 de 1822. Armario Gris, f. 28v.
  • Andrés García Camba. 1846. Memorias para la historia de las armas españolas en el Perú. Tomo I. Benito Hortelano: Madrid, pág. 231.