Mujeres en acción

Retratos de Magdalena "Macacha" Güemes y de María Loreto Sanchez Peón y Avila


En 1815 el gobierno central en Buenos Aires temía que Güemes construyera un poder autónomo en el Norte, como Artigas hizo en el Litoral. Por eso, ordenó a José Rondeau, general del Ejército Auxiliar del Perú, que debilitara al nuevo líder. Rondeau destituyó a Güemes como Jefe de la Vanguardia. Pero Güemes se proclamó "Coronel Comandante del cuerpo militar de los Paisanos de la campaña de Salta", y poco después, en mayo, fue nombrado gobernador por los propios salteños. Por primera vez desde 1810, el gobernador no era designado desde Buenos Aires.

A principios de 1816 volvió a Jujuy -por entonces dependiente de Salta- el debilitado ejército de Rondeau, que había sido vencido por los realistas en el Alto Perú. Enseguida se reanimó la tensión entre ambos jefes. Rondeau declaró a Güemes "reo del Estado" y éste maniobró hasta dejarlo sin caballos. Se llegó al borde de un enfrentamiento armado.

Lo evitó la intervención de Magdalena "Macacha" Güemes. Ella medió entre su hermano, el gobernador, y Rondeau. Consiguió que se firmara un pacto en la estancia de los Cerrillos, que puso fin al conflicto. Pocos días después comenzó sus sesiones el Congreso de Tucumán, que declaró la independencia.

Otra salteña que se destacó en esos años fue María Loreto Sanchez Peón y Ávila de Frías, de quien se decía que se comunicaba con Luis Burela colocando mensajes en el hueco del tronco de un árbol, que conducía papeles ocultos, y que se disfrazaba de paisana vendedora para ingresar a los cuarteles enemigos y conseguir información.

¿Querés saber más?

Joaquín de la Pezuela, uno de los comandantes realistas en la guerra, anotó en su diario de campaña: 

"En la posición que el ejército ocupaba de Jujuy y Salta sufría una continuada deserción y seducción de los habitantes de ambas ciudades, especialmente de las mujeres (que era lo único que había quedado, pues de hombres raro era el que se veía). Belgrano que siempre maquinaba ardides y cautelas había arrancado y llevádose al Tucumán y otros puntos interiores todas las familias que se conocían adictas al rey y había dejado las mujeres y familias de los que servían en su ejército. De manera que tenía otras tantas espías como vivientes, que no solo le daban las noticias más menudas de mis movimientos y fuerza, sino que hasta se prestaban las mujeres a mis oficiales y tropa con tal que consiguiesen seducirlos, de que resultó mucha deserción".

Fuentes

  • Joaquín de la Pezuela Compendio de los sucesos ocurridos en el ejército del Perú y sus provincias (1813-1816). Biblioteca Bicentenario del Perú, Edición digital, 2020, pág. 59.